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Esta senda natural recorre las provincias de Soria, Burgos, Valladolid, Zamora y Salamanca.
Más de 750 kilómetros de vía componen el Camino Natural Senda del Duero, gran parte junto al río con desembocadura en Oporto y recorriendo las provincias de Soria, Burgos, Valladolid, Zamora y Salamanca. Esta ruta destaca por cómo cambia el paisaje a medida que se recorre, desde los cultivos de cereales en Soria, viñedos en el sur de Burgos hasta la frondosa vegetación en la provincia de Zamora.
Para los que no se atrevan a hacer el recorrido completo, existen varios enclaves a lo largo de todo el sendero a los que se puede acercar uno como la Sierra de Urbión, paraje natural en pleno Sistema Ibérico; las Riberas de Castronuño, conjunto de humedales y extensas llanuras con una alta presencia de aves acuáticas o Arribes del Duero, un paraje casi en el límite con Portugal y en el que el río Duero y el gran número de presas y embalses son los protagonistas. También cabe apuntar algunas localidades castellanas por donde pasa este camino como Peñafiel, Simancas, Tordesillas o Toro.
El Camino Natural parte de tierras sorianas en las que los pastizales y berrocales de montaña dan paso a pinares y llanuras cerealistas. En esta zona, la ribera del Duero está marcada por los mosaicos de fincas agrícolas, pinares, encinares, choperas y bosques de galería. El panorama va cambiando de sabinas y encinas a almendros y viñedos, típicos de la ribera burgalesa, y así continúa, acompañado de pinares de piñonero, hasta tierras vallisoletanas.
Una vez en tierras zamoranas, el recorrido se adentra en la fértil vega del río Duero, con fincas de regadío que tornan cultivos de secano, dehesas de encinas, pastizales y afloramientos rocosos hasta llegar a la penillanura sayaguesa. En esta comarca, el Duero y sus afluentes se encajonan en el granito formando cortados de espectacular belleza como son los arribes.
Esta geografía marca diferencias en los hábitats, desde los pastizales de la penillanura, con mosaicos de cultivos, escobonales y bosques de encinas y robles; a la zona baja de ribera, donde el microclima ha propiciado una rica comunidad de vegetación de ribera, con saucedas, fresnedas y bosquetes de almeces, además de la posibilidad de cultivar frutales y especies como el olivo y el almendro.
Esta gran diversidad de ecosistemas y hábitats a lo largo de la Senda del Duero se manifiesta en los diferentes enclaves singulares de interés natural que se recorren, como las Sierras de Urbión, los Robledales del Berrún, las propias riberas del río Duero y afluentes, la Reserva Natural Riberas de Castronuño, los Cañones del Duero y el Parque Natural Arribes del Duero. Además de estos espacios, que están declarados bajo alguna figura de conservación, se tienen otras zonas de especial interés, como el entorno botánico de Mieza.
Conjuntamente con estos valores naturales, el Camino Natural acompaña pueblos castellanos de gran importancia histórico-cultural como Vinuesa, Soria, Almazán, Gormaz, Aranda de Duero, Peñafiel, Tudela de Duero, Simancas, Tordesillas, Toro o Zamora; así como pequeñas aldeas y lugares que van acercando al caminante a las costumbres y usanzas de la Iberia central.
En todo el recorrido, la senda va cruzando puentes medievales, descubriendo ermitas, iglesias, molinos hidráulicos, azudes, presas y arquitecturas tradicionales; va coincidiendo con otros caminos y calzadas históricas como el Camino de Santiago o la calzada romana Mirandesa; y se va encontrando con diversos yacimientos arqueológicos como la zona arqueológica de Pintia, el conjunto minero del Pontón o el Castro de Peña Redonda.